El Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF), institución de promoción y defensa de los derechos humanos fundada en el año 2001, frente a la sentencia de la Sala Penal Nacional sobre el caso de la muerte de Gerson Falla Marreros, se pronuncia en el siguiente sentido:
1. Videos, testimonios y otras evidencias demuestran, más allá de toda duda razonable, que: el joven Falla fue detenido por efectivos policiales; que éstos lo golpearon durante todo el trayecto a la comisaria y al interior de ésta, en la cual permaneció 4 horas; que Gerson, tras ser increíblemente dado de alta en el hospital, pudo –con sus últimas fuerzas- hablar con la prensa, mostrar sus lesiones, y señalar a sus agresores desde su casa, para morir horas después.
2. Sin embargo, la Sala Penal Nacional, sin considerar las pericias de parte que constataban la relación directa entre las torturas sufridas por Gerson Falla y su muerte, se limita a calificar las torturas como “lesiones graves”. Si tomamos en cuenta que la agresión contra una sola persona desarmada e indefensa ocurrió a manos de agentes encargados de hacer cumplir la ley, uniformados, usando sus armas de reglamento, en una dependencia policial y a sangre fría, nos preguntamos ¿qué es lo que los señores jueces entienden por tortura?
3. El fallo de la Sala Penal Nacional no sólo agravia el sentido de la justicia y el derecho a la verdad que merecen los familiares de Gerson Falla, sino que ofende incluso al sentido común más elemental. Mediante tecnicismos legales y asumiendo casi por completo el punto de vista de los acusados, la tortura se convierte en lesiones graves, la omisión de denuncia no es tal porque no había a quién informar, el encubrimiento no existe porque no existió tortura. Y la muerte de Gerson Falla se habría debido al consumo de alcohol y cocaína establecido –sin ningún rigor técnico ni científico- por la misma Policía Nacional.
4. No queremos parecer catastrofistas, pero no podemos dejar de señalar que, mientras la Sala Penal Nacional emitía su fallo, el joven Leandro Huamaní Pusaclla agonizaba tras ser torturado en la comisaría de Tambobamba, Apurímac. Con sentencias así, los asesinos y torturadores pueden quedarse tranquilos, sabiendo que en el peor de los casos recibirán una breve pena de prisión.
Lima, 6 de febrero del 2014.