¡Todos a la Plaza Francia! Viernes, 17 de diciembre a las 6pm. Encendamos una vela por los desaparecidos . . . En el Perú hay más de 15 mil desaparecidos producto del conflicto armado interno. ¿Qué ha hecho el Estado por devolver a sus familias no sólo el conocimiento de la suerte de los seres queridos perdidos sino la paz, basada en la justicia y el reconocimiento de sus derechos? Muy poco. En tanto unión de tres poderes, ha sido durante estos años escenario de giros y serias contradicciones. Primero el impecable juicio y la sentencia condenatoria al ex presidente Alberto Fujimori que, más allá de los alcances judiciales e históricos que se le reconocen, significó la posibilidad de reparar las heridas de una guerra injusta que silenció la vida de tantos inocentes. Luego, debido al interés del gobierno alemán por la construcción de un Museo de Memoria en el Perú, las distintas y apasionadas discusiones por la ejecución o no de un nuevo espacio que recuerde veinte años de violencia política —las llamadas «batallas por la memoria»— dieron prueba de que la violencia no sólo es un tema que divide sino que todavía anula y oculta social y políticamente. Finalmente las absoluciones de militares implicados en procesos por tortura y desaparición forzada en el cuartel Los Cabitos y Los Laureles (2009), o de las matanzas de Parcco-Pomatambo (2010), serían una vez más no sólo el resultado de presiones o negociaciones militares dentro del reducido entorno más conservador y rancio del gobierno aprista, sino la respuesta de una visión política que en realidad no ha logrado despojarse de aquellas que, durante años, hicieron del Estado peruano un caos y un absurdo campo de batalla entre prójimos. Debemos pues estar alertas. No perdamos la capacidad de rechazo e indignación frente a la actitud deshonesta y prepotente del actual gobierno, materializado en el Decreto Ley 1097, signo inequívoco no sólo de sus pactos con el afán amnésico de las FFAA sino de la constante represión hacia quienes piensan de manera diferente y creen en la vigencia de la defensa de los Derechos Humanos. No sólo pues el desmembramiento de la exposición de la Chalina en San Isidro, sino estas sentencias absolutorias y la posición del Estado todos estos años frente al reclamo de la ciudadanía por el respeto a su derechos —entre ellos a la justicia, la verdad y la memoria— son señal clara de que no se ha entendido aún la importancia y necesidad de conocer y comprender lo que nos ocurrió durante 20 años de violencia política, no sólo para no repetir el pasado, sino para mirar un futuro en armonía, miembros todos y todas de una nación integrada, encaminada al desarrollo. La censura a La Chalina de la Esperanza no fue sólo una reprobación al Colectivo Desvela o a la esperada exposición del producto final de un largo trabajo artesanal de varios meses a nivel nacional e internacional, sino un acallamiento a los familiares y a quienes, como aquéllos, han levantado su voz de reclamo frente a la injusticia y la discriminación, personas solidarias que condenan políticamente la violencia y están preocupadas por que el olvido y la impunidad no nos ganen la batalla. Las luchas por la memoria de los ausentes no son actos subversivos sino expresión auténtica del deseo de un cambio en nuestra sociedad frente a la violencia del Estado y los grupos subversivos, y frente al olvido de quienes ahora nos gobiernan. EPAF, MIAxM, CCI, SER, IPEDEHP, TEM, distintos grupos de familiares, artistas destacados y jóvenes quieren esta Navidad en Plaza Francia dar un mensaje de paz, solidaridad y sensibilidad humana, recordándoles a los peruanos que aun hay luz en medio de la oscuridad y la incertidumbre. Esta Navidad enciende una vela por los ausentes, por quienes los esperan, por todo el Perú.